Lo que nos une

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Después de varios días de búsqueda, Tahiel recuperó a sus amigos Woody y Buzz gracias a la solidaridad de los vecinos y vecinas de la ciudad.

Detenernos en lo que nos separa es el camino fácil. Podemos hablar de ideologías políticas, de fútbol, de religión, incluso de gustos de helado. Pero hacer una pausa y contemplar eso que nos une, lo que nos devuelve la fe en nosotros mismos, pareciera ser un desafío en los tiempos que corren.

Sin embargo, hay hechos que nos sorprenden. Que deberían ser moneda corriente, claro, pero no lo son, y cuando ocurren, emocionan.

Tahiel tiene dos años y dos mejores amigos: Woody y Buzz. Algún adulto podría decir que son, sin más, dos muñecos de la película de Toy Story. Pero hay que estar en los ojos de este pequeño para verlos con su corazón y entender que es con ellos con quien se despierta y se duerme. Con ellos con quien come y a quien les comparte. Con ellos con quien se acompaña en la plaza y se hamaca.

Y el miércoles, Tahiel, en un instante de olvido, los dejó olvidados en la Terminal de Ómnibus. Tardó pocos minutos hasta darse cuenta y junto a su Mamá Aye comenzaron la búsqueda… sin éxito.

Tristeza, llanto… ¿Cómo compensar la falta?

Fue entonces que su Mamá tuvo una idea: buscó fotos donde aparecieran Tahiel, Woody y Buzz y las publicó en Facebook. “Vamos a probar”, pensó: “Quizá los devuelvan”.

Tahiel ya lloraba la ausencia… Faltaban sus amigos.

“Ya ayer, jueves, creí que no iban a aparecer, había pasado demasiado tiempo”, relató su mamá, hasta que tuvo finalmente la noticia esperada: “De repente me llamó mi hermana y para mi propia sorpresa me contó que los había encontrado un señor y que nos los quería devolver”.

Inmediatamente, tras ponerse en contacto con esta persona, se dio el emotivo reencuentro: Dos niñitos aparecieron portando cada uno a un muñeco. Las lágrimas de Tahiel, esta vez de alegría, no tardaron en brotar de sus ojitos.

“Hay mucha gente buena todavía”, expresó Aye en diálogo con este diario: “Y siempre hay que ser agradecido con este tipo de cosas. No esperaba tantos comentarios lindos y tanta gente contenta de que pasen estas cosas, pero así fue”.

Muchos vecinos, dándoles aliento en la búsqueda, les decían que no se preocuparan, que los muñecos “volverían solos a casa”, como en la película. Y ellos no perdieron la fe. No la perdieron porque así funciona: se trata de creer en algo, un poco poco o un poco mucho, pero no dejar de creer. Porque de nosotros depende, de nosotros y de nadie más, hacer esa diferencia, la que nos une desde lo mejor que tenemos: la empatía, el amor, la confianza y la solidaridad.

¡Por más reencuentros! ¡Por más historias con final feliz!