Martín pudo

1915

La Colonia para niños, niñas y adolescentes con Discapacidad fue el puente para que Martín Calo, con 41 años y una severa discapacidad motriz, pudiera cumplir su sueño y meterse, por primera vez en su vida, a las aguas del lago Lácar.

Hay momentos que reafirman el rumbo. Que nos marcan el camino y nos hacen sentir orgullo de cada paso dado. Momentos compartidos, históricos. Que cambian vidas, que tocan corazones.

Martín Calo tiene 41 años, una severa discapacidad motriz, y asiste desde el primer día, año tras año, a la Colonia Municipal para niños, niñas y adolescentes con discapacidad que se realiza a través de la Secretaría de Deportes.

Martín percibe la realidad desde su silla de ruedas y creyó, como muchos, que no podría desafiar sus propios límites físicos.

Pero Martín pudo. Porque confió en los profes de la colonia. Porque los profes confiaron en él y, como a un diamante en bruto, lo pulieron, motivándolo a brillar. Con cariño, con paciencia, con inclusión. Tal fue así que hace dos días, por primera vez en su vida, pudo meterse al Lago Lácar, junto al profesor Matías Villalobos.

Hace tiempo se lo proponían sus docentes. Y hace tiempo que el miedo no lo dejaba hacerlo.

Pero Martín pudo. Y sus risas se escucharon hasta el fondo del Lácar. Y sus lágrimas de emoción, esas que salen de lo más hondo del alma, se mezclaron con las de un equipo docente que habla, sin dudas, el idioma universal del amor.

Ya el año pasado había logrado lo que nunca había creído: meterse por primera vez en una pileta. Y hoy, Martín sigue cumpliendo sueños y con él van sus profes, como velas de un velero, como timonel de barco, recordándole todos los días que puede, que pudo… y que podrá, llegar cada vez más lejos.

Porque cuando el corazón es grande, los límites quedan tan chicos, que ni el miedo más profundo se anima a desafiarlos.